Durante estos últimos meses la palabra “crisis ha sido una constante dentro de las conversaciones entre amigos, familiares, clientes y colaboradores. En los medios de comunicación escuchamos o leemos a diario noticias basadas en temas como: la crisis económica, social, familiar, etc., pero…

¿Por qué le tenemos miedo a la crisis?

Las crisis suceden cuando algo externo, ajeno a nosotros, altera o amenaza aquello que conocemos. De tal manera que nos vemos obligados a buscar nuevas formas de hacer frente a determinadas situaciones, para volver a encontrar ese equilibrio al que estamos acostumbrados.

En pocas palabras, nos saca de nuestra zona de confort, para llevarnos a un escenario con reglas y modos de operación totalmente desconocidos.

Este cambio repentino en la jugada, activa en nosotros uno de los instintos más primitivos del ser humano: la supervivencia. Darwin (1984) en sus estudios sobre el origen del hombre destacó que las emociones “no son racionales o irracionales, simplemente cumplen una función adaptativa”. (1)

Es por esto que cuando nos enfrentamos a una crisis, no podemos evitar sentir miedo. Ya que es una herramienta de adaptación que utiliza nuestro cuerpo frente al “peligro”.

El origen del miedo en nuestro cuerpo

El miedo se desarrolla en la amígdala, el centro de mando de nuestras emociones. Cuando nos sentimos amenazados, nuestro cuerpo envía una señal para producir una hormona llamada vasopresina, la culpable de hacernos sentir miedo y ansiedad. Pero también, la encargada de prepararnos para luchar, huir o evadir el dolor. (2)

Al mismo tiempo, nuestro cuerpo presenta algunas señales físicas al sentir miedo, como lo son:

  • Presencia de sudoración.
  • Palpitación.
  • Elevación de nuestra presión sanguínea.
  • Aumento del ritmo cardiaco.
  • Cambios en la expresión facial, se refleja enojo, tristeza, alegría, etc.

Si bien las emociones forman parte de nosotros desde el nacimiento, también se moldean a medida que interactuamos con otras personas y sobretodo con base en lo que aprendemos de nuestros padres, quienes representan nuestro primer contacto con el otro.

Por lo cual, es muy probable que si ellos padecieron una de las tantas crisis que ha presentado el mundo, por ejemplo: la crisis de 1929, la devaluación del peso o la gran recesión de 2008, ahora tú te enfrentes a esta nueva crisis con temor, porque ya conoces un antecedente de lo que implicó cada uno de esos acontecimientos en su momento.

Sin embargo, entender a la crisis como un fenómeno negativo limita nuestra capacidad, para encontrar una nueva forma de hacerle frente a nuestro contexto.

En chino la palabra “crisis” se traduce como Wei Ji, un término formado por dos caracteres. El primero es Wei, que significa “peligro” y el segundo es Ji, que se significa “oportunidad”. (3)

Esta definición nos abre una nueva forma de entender la crisis, no solo como un suceso negativo, sino también como una oportunidad de adaptación.

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Fuentes:
(1) Darwin, Ch.(1998) La expresión de las emociones en los animales y en el hombre. Editorial Alianza Editorial, España.
(2) Barrera, J. (2010)  El miedo colectivo: el paso de la experiencia individual a la experiencia colectiva. Editorial El Cotidiano, México.
(3) Aubareda, X. Your Employee in China. AddSeco. Consulta 11 de junio del 2020. http://itemsweb.esade.edu/webalumni/docs/prensa/2crisis.pdf